domingo, 18 de enero de 2015

Whiplash







Whiplash comenzó su trayectoria de la mejor manera posible: en el Festival de Sundance. Allí se alzó con dos premios, el de Mejor Película y el Premio del Público ni más ni menos. Las críticas que se vertieron sobre ella no podían ser mejores, y la tachaban como una de las películas mas importantes del año. Este tipo de marketing a veces, juega una mala pasada en una película, pues películas que han triunfado en Sundance son muchas y sus resultados (a veces) distaban mucho de ser excelentes (aún recuerdo las elogiosas críticas de Juno de Jason Reitman…cuyas expectativas no se vieron cumplidas por mi parte a pesar de que era una cinta meramente agradable), y temía que con esta película pasara lo mismo. Siendo unánimes los premios que se está llevando a Mejor Actor Secundario para J.K.Simmons, quedaba por ver si Whiplash cumplía las expectativas que bien marcan su cartel (no hay hueco que no remarque lo excelente que es). Pues bien, otra vez me como mis palabras, por que después de su visionado me ha dejado muy claro que estamos ante la mejor película del 2015 sin discusión.

La sinopsis oficial dice así: Andrew Neiman (Miles Teller) es un joven y ambicioso baterista de jazz, absolutamente enfocado en alcanzar la cima dentro del elitista conservatorio de música de la Costa Este en el que recibe su formación. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza, ansía convertirse en uno de los grandes. Terence Fletcher (J.k.Simmons) un instructor bien conocido tanto por su talento como por sus aterradores métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del conservatorio. Fletcher descubre a Andrew y el baterista aspirante es seleccionado para formar parte del conjunto musical que dirige, cambiando para siempre la vida del joven. La pasión de Andrew por alcanzar la perfección rápidamente se convierte en obsesión, al tiempo que su despiadado profesor continúa empujándolo hasta el umbral de sus habilidades…y de su salud mental.

No sabría ni por donde comenzar a citar las innumerables virtudes que posee Whiplash. Quizá lo que mas me llamo la atención del film, es que de un tema que, personalmente, me interesaba bien poco, consiguió que no despegara el interés de la pantalla en ni un solo segundo. La fuerza y contundencia narrativa de sus directores es tan aplastante, que es imposible no entrar en el relato, cargado de una intensidad brutal que en todo momento nos deja, dicho coloquialmente, con el culo torcido. Es como si sus creadores cogieran la quinta marcha y de ahí no bajan…eso es Whiplash. Una intensidad emocional  que está manejada con una precisión maravillosa y que sabe en todo momento cómo manejar las tensas situaciones que el propio relato plantea (la tensión que se respira en cada uno de los ensayos de Fletcher es tremenda...hasta el espectador siente como si estuviera allí presenciando ese infierno).

Un relato, por cierto, que puede parecer sencillo y predecible en su estructura (muchacho quiere triunfar en el mundo de la música…y de esas hay miles), pero cuyo desarrollo toma caminos completamente distintos, mostrando un discurso sobre el sacrificio que deja, literalmente, sin habla. Un sacrificio que toma como base el modelo del “sueño americano” desde un punto de vista tan radical que resulta incluso incomodo. Especialmente en una descripción de personajes perfecta donde no hay blancos o negros, sino grises: nuestro protagonista nos es descrito como un muchacho humilde (y tímido) pero que no tiene límites a la hora de pisar y sacrificar  a otros con tal de alcanzar su objetivo (atención a la relación que mantiene con una empleada del cine...parece que el relato puede decaer ahí, pero resulta imprescindible para ver el nivel de sacrificio de Andrew por su objetivo) y Fletcher lo sabe…exprime esa idea del triunfo hasta límites inaguantables por una sola idea que no soporta y que es la que mueve todo el film…el conformismo. Una obsesión que el personaje de Terence intenta inculcar sin que encuentre su objetivo.

Por eso, la lucha de estos dos personajes por conseguir sus metas resulta bien ilustrada, por que comprendemos a sus personajes, a pesar de que no podamos estar de acuerdo con sus principios. Y es ahí donde el papel de sus actores brilla con luz propia: Miles Teller está impecable, mostrando la transformación emocional de su personaje de forma magnifica, y cada ve que toca la batería hipnotiza la pantalla; pero es J. K. Simmons el que, merecidamente, se llevará todos los elogios pues su interpretación en Whiplash es de una energía, sencillamente, deslumbrante…desde su primera aparición, la presencia de su personaje impone de tal forma que se ha creado uno de los personajes mas memorables que nos ha deparado el cine durante estos últimos años (una especie de Sargento Hartman de La Chaqueta Metálica), y su manera de mostrarnos su lado mas cruel y su lado mas humano hace que el público empatice con el personaje de forma inmediata.

¿El resto? Igual de maravilloso. La puesta en escena de Damian Chazelle (un nombre a tener en cuenta) sigue unos parámetros correctos a la hora de mostrarnos la vida de Andrew, pero cuando la música hace acto de presencia, el director saca toda su rabia (como los personajes), y nos sumerge en una montaña rusa musical intensa donde la energía no decae en ni un solo instante, gracias en parte a un montaje SOBERBIO que aprovecha cada uno de estos momentos como si fuera el último (por no hablar de su apoteósico clímax final), y siendo la culpable de que el film vaya con un ritmo espectacular. Respecto a la banda sonora…primordial, necesaria, brillante…podría seguir y no parar, pero, fíjense que el jazz no es de mis géneros preferidos, y en este film adquieren un cariz increíble.


Whiplash es una patada de rabia. Una patada que sienta maravillosamente bien, dejando una sensación de haber presenciado una película que no conoce de puntos flacos. El final, como sus personajes, nos deja exhaustos…exhaustos de GRAN CINE. Esa es la sensación final que deja esta película…tenía que venir una película independiente para darnos con un canto en los dientes a aquellos que aún no creían en la magia y en el poder del cine. Whiplash ha venido para callarnos a todos y a gritar de rabia…lo mas cercano a una obra maestra que veréis este año. De visionado obligatorio.

GENERALIZANDO: OBRA MAESTRA
Puntuación: 10



P.D.: crítica escrita para Factoría del cine, por un servidor

No hay comentarios:

Publicar un comentario